martes, 7 de junio de 2011

Kosovo y la doble moral internacional

El surgimiento de este ahora denominado país se remonta al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Tito, presidente de la antigua Yugoslavia por aquel entonces, permitió la entrada de ciudadanos albaneses en la región de Kosovo, un territorio yugoslavo. Con esta iniciativa Tito pretendía repoblar la provincia y mejorar las pésimas condiciones de vida que tenían estos ciudadanos en su país de origen, Albania.

Conviene situar la realidad de Yugoslavia previa al inicio de las guerras balcánicas acaecidas durante la década de los 90. La antigua Yugoslavia era un estado federal formado por seis repúblicas (Serbia, Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Macedonia y Montenegro) y dos provincias autónomas, Kosovo, de mayoría albanesa, y Voivodina, con una importante población húngara.

A la muerte del presidente Tito en 1980 las tensiones entre las distintas regiones se fueron exacerbando y comenzó a derrumbarse el frágil puzzle étnico sobre el que se había formado Yugoslavia (los serbios son ortodoxos; los croatas, católicos; y los bosnios y albaneses, musulmanes; además de que que ninguna de las repúblicas, salvo Eslovenia, era étnicamente homogénea).

Durante su mandato Tito había proporcionado a Kosovo y Voivodina una serie de privilegios y un grado de autonomía que en 1989 el nuevo dirigente serbio, Slobodan Milosevic, suprimió. Y es que tras la muerte de Tito la provincia de Kosovo comenzó a reivindicar su derecho a la independencia, ante la lógica indignación de la población serbia y la incompatible idea que Milosevic perseguía de una Serbia grande y unida.

Durante la guerra de Croacia (1991-1992) y la de Bosnia (1992-1995) la situación de Kosovo se fue deteriorando aún más: los "kosovares" declararon unilateralmente su independencia utilizando como arma de ataque la guerrilla del Ejército de Liberación de Kosovo, mientras la represión serbia se endurecía conforme estos ataques se multiplicaban. Finalmente, Serbia logró acallar la rebelión kosovar.

Por otro lado, el odio y la violencia entre serbios y albaneses aumentó y es que en apenas diez años la población albanesa en Kosovo había pasado a ser del 80%, frente al 20% de población nativa serbia. Es decir, de 964.000 habitantes kosovares en 1961 a casi tres millones en 2010, según la Agencia de Estadísticas kosovar.

La situación empeoró y el acontecimiento decisivo fue la matanza de Racak en la que murieron 45 albaneses. Ésta precipitó las conversaciones de Rambouillet a las que los serbios acudieron coaccionados bajo amenaza de una intervención internacional.

Pues bien, estas conversaciones fracasaron y pese a que Serbia cedió en bastantes puntos (no aceptó retirar las tropas de Kosovo), en marzo de 1999 la OTAN bombardeó el país.Tras tres meses de presiones y ataques las fuerzas serbias se retiraron de Kosovo dejando paso a las tropas internacionales con la OTAN a la cabeza y bajo el mandato de la ONU.

Tras estos acontecimientos, en 1999, el Consejo de Seguridad de la ONU firmó una resolución en la que se establecía: "Una administración provisional en Kosovo como parte de la presencia internacional civil que permita al pueblo de Kosovo disfrutar de una autonomía sustancial dentro de la República Federativa de Yugoslavia, teniendo en cuenta plenamente los acuerdos de Rambouillet y los principios de soberanía e integridad territorial de la República Federativa de Yugoslavia". Además de una presencia internacional en la zona que aseguraría la protección de albaneses y serbios en la región de Kosovo.

Nueve años después Kosovo anuncia de manera unilateral su independencia y el nacimiento de la República de Kosovo, con el beneplácito de Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia e Inglaterra, y con el rechazo de España, Rusia y por supuesto, Serbia.

Este año han tenido lugar las primeras elecciones de este país ilegítimo y ilegal en las que ha salido elegido el Partido Democrático de Kosovo, con Hashim Thaci como presidente. Una demostración más de la hipocresía internacional y de la ideología y justicia basadas en intereses que mueve un mundo previsiblemente cínico e impostor.