sábado, 2 de julio de 2011

No hay para todos

Los altos sueldos de los que nuestros ex presidentes, presidentes, diputados, consejeros y demás cargos del Estado disfrutan, son una auténtica vergüenza.

Comenzamos por el ex presidente José María Aznar, el único ex presidente del Gobierno que ha solicitado el sueldo vitalicio que supone sentarse en el Consejo de Estado: 74.000 euros anuales. Además, Aznar pretendía sumar esta nómina a la del ejecutivo del magnate de la prensa Rupert Murdoch. Se lo denegaron pero le salió rentable. Aznar renunció a la Consejería de Estado por un sueldo de 220.000 euros al año, tres veces más de lo que cobraba en el puesto público.

Continuamos con José Bono, actual presidente del Congreso. Bono, entre sueldo y complementos, cobra 13.856 euros al mes: 3.126 por diputado, 3.605 como complemento, 3.915 para gastos de representación y 3.210 de libre disposición. Las dos últimas partidas suman más de 6.000 euros mensuales para comidas, regalos y actos de protocolo. Todo este dinero sin contar las indemnizaciones previstas por ley para sufragar gastos considerados indispensables para el ejercicio de su función.

El siguiente en este ranking del escándalo es José Botella, cuñado de José María Aznar: Botella fue fichado en Bruselas, desde las oficinas del PP en esa capital. En menos de dos años el hermano de Ana Botella se blindó con un sueldo europeo para toda la vida. Esto sí que es un mérito familiar.

Terminamos con Manuel Chaves, actual vicepresidente tercero del Gobierno y ministro de Política Territorial: Chaves cobra al año 81.155 euros por ser ministro más una indemnización de 46.000 al año por abandonar la presidencia de Andalucía. O sea, 127.155 euros anuales. Dos sueldos del Estado compatibles sólo para altos cargos ya que para los demás españoles está prohibido por ley.

En cuanto a medios de transporte, los diputados pueden utilizar a su antojo aviones, trenes o barcos, ya que disponen de 5 millones de euros al año para sus viajes. Sus señorías también disfrutan de 250 euros mensuales para gastar en taxis.

El mismo o incluso más delito tiene el asunto de los automóviles de los dirigentes, cuyos precios suelen superar los 100.000 euros. Gallardón, alcalde de Madrid, se mueve en un Audi A8 de 591.624 euros. Catorce de los 17 presidentes autonómicos usan Audi. El valenciano Francisco Camps tiene varios a su disposición.

Seguimos llevándonos las manos a la cabeza en Navidad. Y es que el Congreso gasta cada año 160.000 euros en regalos navideños. 11.000 cargos públicos reciben obsequios por esas fechas, gasto que suma al año 2.200.000 euros.

¿Y qué pasa con Hacienda? Pues bien, la retención de las nóminas de los diputados y senadores es del 4,5%, mientras que la de un ciudadano de a pie con una nómina en torno a los 2.000 euros asciende al 16%. ¿Hacienda somos todos? Parece que no por igual.

Respecto a la jubilación, mientras que cualquier trabajador necesita cotizar al menos 35 años para cobrar la jubilación máxima, Rodrigo Rato, por ejemplo, disfruta de una pensión vitalicia de 80.000 euros anuales. Seguimos compatibilizando sueldos públicos y éste, unido al sueldo de ex ministro, suma una pensión mensual de 37.070 euros.

Más pensiones. Nuestros ex ministros mantienen durante dos años un sueldo por cese de 58.000 euros anuales. En la actualidad, cuatro ex ministros compatibilizan ese dinero con el sueldo de diputado: José Antonio Alonso, Fernández Bermejo, María Antonia Trujillo y Jesús Caldera.

Podríamos seguir hablando de más pensiones escandalosas, vacaciones de todo incluido, descontrol y ocultismo en las cuentas oficiales, dietas millonarias, horas extras que superan en remuneración a las de los polémicos controladores aéreos, multas pagadas (y con recargo) por los contribuyentes, etc.; pero no acabaríamos nunca.

La conclusión que se extrae de estas líneas es muy clara: el escándalo e injusticia de que quienes deban exprimir el bolsillo sean siempre los mismos. La igualdad y la justicia son unos de los pilares fundamentales de la democracia y yo me pregunto, ¿dónde está? Quizá estemos cada vez más cerca de encontrarla o al menos pelearemos por ella.

martes, 7 de junio de 2011

Kosovo y la doble moral internacional

El surgimiento de este ahora denominado país se remonta al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Tito, presidente de la antigua Yugoslavia por aquel entonces, permitió la entrada de ciudadanos albaneses en la región de Kosovo, un territorio yugoslavo. Con esta iniciativa Tito pretendía repoblar la provincia y mejorar las pésimas condiciones de vida que tenían estos ciudadanos en su país de origen, Albania.

Conviene situar la realidad de Yugoslavia previa al inicio de las guerras balcánicas acaecidas durante la década de los 90. La antigua Yugoslavia era un estado federal formado por seis repúblicas (Serbia, Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Macedonia y Montenegro) y dos provincias autónomas, Kosovo, de mayoría albanesa, y Voivodina, con una importante población húngara.

A la muerte del presidente Tito en 1980 las tensiones entre las distintas regiones se fueron exacerbando y comenzó a derrumbarse el frágil puzzle étnico sobre el que se había formado Yugoslavia (los serbios son ortodoxos; los croatas, católicos; y los bosnios y albaneses, musulmanes; además de que que ninguna de las repúblicas, salvo Eslovenia, era étnicamente homogénea).

Durante su mandato Tito había proporcionado a Kosovo y Voivodina una serie de privilegios y un grado de autonomía que en 1989 el nuevo dirigente serbio, Slobodan Milosevic, suprimió. Y es que tras la muerte de Tito la provincia de Kosovo comenzó a reivindicar su derecho a la independencia, ante la lógica indignación de la población serbia y la incompatible idea que Milosevic perseguía de una Serbia grande y unida.

Durante la guerra de Croacia (1991-1992) y la de Bosnia (1992-1995) la situación de Kosovo se fue deteriorando aún más: los "kosovares" declararon unilateralmente su independencia utilizando como arma de ataque la guerrilla del Ejército de Liberación de Kosovo, mientras la represión serbia se endurecía conforme estos ataques se multiplicaban. Finalmente, Serbia logró acallar la rebelión kosovar.

Por otro lado, el odio y la violencia entre serbios y albaneses aumentó y es que en apenas diez años la población albanesa en Kosovo había pasado a ser del 80%, frente al 20% de población nativa serbia. Es decir, de 964.000 habitantes kosovares en 1961 a casi tres millones en 2010, según la Agencia de Estadísticas kosovar.

La situación empeoró y el acontecimiento decisivo fue la matanza de Racak en la que murieron 45 albaneses. Ésta precipitó las conversaciones de Rambouillet a las que los serbios acudieron coaccionados bajo amenaza de una intervención internacional.

Pues bien, estas conversaciones fracasaron y pese a que Serbia cedió en bastantes puntos (no aceptó retirar las tropas de Kosovo), en marzo de 1999 la OTAN bombardeó el país.Tras tres meses de presiones y ataques las fuerzas serbias se retiraron de Kosovo dejando paso a las tropas internacionales con la OTAN a la cabeza y bajo el mandato de la ONU.

Tras estos acontecimientos, en 1999, el Consejo de Seguridad de la ONU firmó una resolución en la que se establecía: "Una administración provisional en Kosovo como parte de la presencia internacional civil que permita al pueblo de Kosovo disfrutar de una autonomía sustancial dentro de la República Federativa de Yugoslavia, teniendo en cuenta plenamente los acuerdos de Rambouillet y los principios de soberanía e integridad territorial de la República Federativa de Yugoslavia". Además de una presencia internacional en la zona que aseguraría la protección de albaneses y serbios en la región de Kosovo.

Nueve años después Kosovo anuncia de manera unilateral su independencia y el nacimiento de la República de Kosovo, con el beneplácito de Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia e Inglaterra, y con el rechazo de España, Rusia y por supuesto, Serbia.

Este año han tenido lugar las primeras elecciones de este país ilegítimo y ilegal en las que ha salido elegido el Partido Democrático de Kosovo, con Hashim Thaci como presidente. Una demostración más de la hipocresía internacional y de la ideología y justicia basadas en intereses que mueve un mundo previsiblemente cínico e impostor.

martes, 19 de abril de 2011

Más chinas en el zapato, por favor

Mentiras subliminales, mentiras descaradas, subjetividad, intereses e intrascendencia en la sobreinformación. En definitiva, desinformación es lo que predomina hoy día en los medios de comunicación de masas. Es aberrante el bombardeo de basura informativa con la que nos despertamos y nos acostamos. Si nos paramos a observar y contrastar lo que cada día nos llega a través de la radio, el periódico, la televisión o internet, podemos darnos cuenta de la grave falta de responsabilidad y de rigor que preside la política periodística actual. ¿Son conscientes muchos de estos periodistas de lo que hacen y de lo que no hacen? Muchos resignados se han sometido al modelo que impera para mantener su fuente de supervivencia mensual. Del todo comprensible. Otros tantos, más preocupante si cabe, ni siquiera son conscientes de lo anterior y simplemente hacen mal su trabajo. Estos últimos, al recibir una información (por muy oficial que ésta sea) la publican sin más, “olvidando” contrastarla, informarse sobre el tema en que en ella se trata y en muchas ocasiones, introduciendo juicios de valor como si formaran parte de la información en bruto. Esta información sesgada y desprovista de todo rigor es la que llega a nuestros oídos y ojos diariamente.

También alarmante es la facilidad con la que estos medios consiguen que asimilemos esta “desinformación” y la demos por válida. Una responsabilidad que sólo podemos atribuir a nuestra propia ignorancia y/o falta de interés. No obstante, si los propios periodistas, profesionales en el campo de la información, no son capaces en algunos casos de establecer filtros, cómo van a hacerlo los vulnerables a quienes se deben estos periodistas. Pues bien, el primer paso para combatir la ignorancia es conocerla y es por esto por lo que debemos pararnos a reflexionar sobre la profunda repercusión que tiene conocer la verdad en la garantía de nuestros derechos y libertades básicas. No permitamos que se nos venda un somnífero disfrazado de derecho a la información.

Acertadamente se dice en una conocida película que aquello que los oídos oyen y los ojos ven, la mente se lo cree si desviamos la atención. Los gobiernos, los mercados y en consecuencia los medios, desvían la atención de asuntos vitales más complejos para centrarnos en otros banales más simples, dándoles una importancia superior. No lo consintamos.

Cierto es que está al alcance de una minoría acceder a la información verídica y transmitirla, pero esto no nos elude de la responsabilidad de mantener una actitud crítica, establecer filtros y mantener una posición de alerta constante para no dejar pasar ni una. En nuestra mano está enfadarnos, protestar y exigir lo que se nos debe y lo que todo ciudadano libre merece, porque mientras no tengamos consciencia de la verdad, no seremos libres. Pero, ¿queremos ser libres o queremos vivir sin sobresaltos?

Afortunadamente existen páginas, blogs y libros donde se encuentra información alternativa y más amplia; o debates y documentales algo más plurales que profundizan en antecedentes, causas y similitudes. Son chinas en el zapato de a quienes les interesa la ocultación de la verdad, aquellos cuyos intereses, propósitos o acciones no serían bien recibidos por la opinión pública. Aun así, cualquier información es susceptible de ser manipulada por lo que no se debe bajar la guardia nunca, pese a que estemos ante un “medio amigo”.

Sólo así conseguiremos una mayor proximidad a la verdad y de este modo, desde la transparencia, un mundo justo, donde los derechos y las libertades se cumplan con ferviente deseo y no con intereses electoralistas, manipuladores, ni de índole similar. Se trata, en esencia, del génesis de la profesión periodística, el por y el para lo que nació. Por tanto, más chinas en el zapato, por favor.