martes, 19 de abril de 2011

Más chinas en el zapato, por favor

Mentiras subliminales, mentiras descaradas, subjetividad, intereses e intrascendencia en la sobreinformación. En definitiva, desinformación es lo que predomina hoy día en los medios de comunicación de masas. Es aberrante el bombardeo de basura informativa con la que nos despertamos y nos acostamos. Si nos paramos a observar y contrastar lo que cada día nos llega a través de la radio, el periódico, la televisión o internet, podemos darnos cuenta de la grave falta de responsabilidad y de rigor que preside la política periodística actual. ¿Son conscientes muchos de estos periodistas de lo que hacen y de lo que no hacen? Muchos resignados se han sometido al modelo que impera para mantener su fuente de supervivencia mensual. Del todo comprensible. Otros tantos, más preocupante si cabe, ni siquiera son conscientes de lo anterior y simplemente hacen mal su trabajo. Estos últimos, al recibir una información (por muy oficial que ésta sea) la publican sin más, “olvidando” contrastarla, informarse sobre el tema en que en ella se trata y en muchas ocasiones, introduciendo juicios de valor como si formaran parte de la información en bruto. Esta información sesgada y desprovista de todo rigor es la que llega a nuestros oídos y ojos diariamente.

También alarmante es la facilidad con la que estos medios consiguen que asimilemos esta “desinformación” y la demos por válida. Una responsabilidad que sólo podemos atribuir a nuestra propia ignorancia y/o falta de interés. No obstante, si los propios periodistas, profesionales en el campo de la información, no son capaces en algunos casos de establecer filtros, cómo van a hacerlo los vulnerables a quienes se deben estos periodistas. Pues bien, el primer paso para combatir la ignorancia es conocerla y es por esto por lo que debemos pararnos a reflexionar sobre la profunda repercusión que tiene conocer la verdad en la garantía de nuestros derechos y libertades básicas. No permitamos que se nos venda un somnífero disfrazado de derecho a la información.

Acertadamente se dice en una conocida película que aquello que los oídos oyen y los ojos ven, la mente se lo cree si desviamos la atención. Los gobiernos, los mercados y en consecuencia los medios, desvían la atención de asuntos vitales más complejos para centrarnos en otros banales más simples, dándoles una importancia superior. No lo consintamos.

Cierto es que está al alcance de una minoría acceder a la información verídica y transmitirla, pero esto no nos elude de la responsabilidad de mantener una actitud crítica, establecer filtros y mantener una posición de alerta constante para no dejar pasar ni una. En nuestra mano está enfadarnos, protestar y exigir lo que se nos debe y lo que todo ciudadano libre merece, porque mientras no tengamos consciencia de la verdad, no seremos libres. Pero, ¿queremos ser libres o queremos vivir sin sobresaltos?

Afortunadamente existen páginas, blogs y libros donde se encuentra información alternativa y más amplia; o debates y documentales algo más plurales que profundizan en antecedentes, causas y similitudes. Son chinas en el zapato de a quienes les interesa la ocultación de la verdad, aquellos cuyos intereses, propósitos o acciones no serían bien recibidos por la opinión pública. Aun así, cualquier información es susceptible de ser manipulada por lo que no se debe bajar la guardia nunca, pese a que estemos ante un “medio amigo”.

Sólo así conseguiremos una mayor proximidad a la verdad y de este modo, desde la transparencia, un mundo justo, donde los derechos y las libertades se cumplan con ferviente deseo y no con intereses electoralistas, manipuladores, ni de índole similar. Se trata, en esencia, del génesis de la profesión periodística, el por y el para lo que nació. Por tanto, más chinas en el zapato, por favor.

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